jueves, 30 de enero de 2020

ecos de la infancia

Anoche, gracias al comentario de una alumna en Doméstika, me puse a investigar sobre unos libros que tuve en la infancia, que le regalé a una vecina cuando creí que ya era grande para disfrutarlos y después recuperé en otra edición, pero no miraba desde entonces.
Son ilustrados por Tony Wolf. Me enteré que era un ilustrador italiano, que hizo casi toda su carrera en Londres, y que fue conocido por una serie animada que acá solo vi en memes, pero voy a buscar.
Es una ilustración clásica, llena de detalles. Sus libros hoy no parecen fáciles de conseguir (nada en ML, ni demasiado en inglés, tal vez se consigan aún en italiano). Él los ilustraba y en este caso, los textos son de Peter Holeinone. Wolf tiene publicadas más series de cuentos clásicos ilustrados, que jamás vi, no sé de quién son los textos.

Estos son cuentos originales, de personajes fantásticos del bosque: animalitos antropomorfizados, gnomos, duendes, hadas, gigantes... Los que yo tenía estaban en una edición en rústica, distintos tomos por series de personajes. Los cuentos son breves, pero se va armando toda una historia larga en el conjunto. La edición que tengo ahora es toda en un tomo, de 1999, de Editorial Molino, y apenas si tiene los créditos pequeñísimos al final.
Esta mañana lo estuve mirando en detalle (y arrepentida de haber regalado mis ediciones originales) y me sorprende lo mucho que me siguen fascinando hoy todos los elementos que ya aparecen acá: mundos pequeños y pequeñas comunidades, ilustraciones en cutaway, tecnología inventada. ¡Y zorritos, por supuesto!



¿Me gustan estas cosas porque me crucé en la infancia con esos libros hermosos o me parecieron hermosos porque me interesaban esas cosas vaya a saber de dónde o por qué?
Vengo pensando mucho en esto últimamente: una conexión entre intereses que viene de lejos y de pronto se conjuga en algo ahora y me sorprende. Como algo que ya estuvo siempre ahí y yo no lo veía hasta que lo veo, como esas imágenes 3d que hay que mirar desenfocando los ojos y que me parecen siempre una metáfora que explica tantas cosas. ¿Cómo mantener esa mirada? o al menos, ¿cómo saber cuándo hay que desenfocar los ojos y mirar?

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