[Hay un satélite alemán cayendo hacia la tierra. ¿Y si me cae encima?
Bienvenidos al Grupo de la Ansiedad. El reinado de las palmas sudadas y de la pierna que temblequea, donde las mujeres se cubren y los hombres se comen las uñas hasta hacerse sangrar. Somos los que hacemos una montaña de un grano de arena. Somos las princesas del pánico, los embajadores de la angustia. No existe el orgullo aquí.
No tenemos la disciplina del Grupo de los desórdenes alimenticios, carecemos del moralismo del Grupo de duelo, y no somos tan divertidos como Procrastinadores anónimos.
Nadie quiere estar aquí.
¿Yo? No duermo. No puedo dormir. Hago del insomnio una profesión. Hago que tus vueltas para dormir parezcan una pausa de mediodía. Llegué a durar nueve días, y es una locura. La privación del sueño es una forma de tortura, ¿sabían? y yo me hago eso a mí misma.
La melatonina me pone triste, el benadryl es para amateurs, la hipnosis apaga todo demasiado, y el faso me vuelve loca. Diazepam, Lorazepam, Bromazepam, Alprazolam. Klonopin es lo único que me funciona y me lo están sacando, así que como un bebé al que le sacan la teta y lo pasan a mamadera, me mandaron al Grupo de la Ansiedad.
Y, aparentemente, todos vamos a morir. Porque mientras la chica de la izquierda se preocupa por el satélite que va a caer sobre ella, la chica de la derecha se preocupa de que caiga en una planta nuclear y estamos todos en el horno. Mi padre dice: “solo los ricos van a terapia, los pobres tienen cosas que hacer”, y sin embargo, acá estoy, en este bote salvavidas, rodeado por las ocho de las más hermosas y locas personas del mundo.
¿Qué si no es un lunar y es un virus que come carne? ¿Y si fallo en esta vida? ¿Qué si esta vez está pasando en serio? ¿Qué si vuelve a salirnos mal? ¿Qué si una mañana nos levantamos y el cielo está cubierto de aviones otra vez? ¿Y si soy yo esta vez? y yo pienso, guau, debe ser agotador querer tanto vivir.
A la mierda los depresivos. A la mierda el Grupo de reflexión sobre la imagen corporal. A la mierda los Adictos anónimos al sexo. Dame a los cansados, pobres, ansiosos, apretujados en masa, desesperados por respirar hondo y contar hasta diez.
Dame esta colección de abruptas confesiones de psicosomáticas picazones, tics, tartamudeos y transpiraciones. Dame todos los días estos a los que se les aflojan las rodillas, saltan por cualquier cosa, se les reseca la boca, les da ataque de urticaria, se les revuelve el estómago, se les cae el pelo, se muerden el labio, no dejan quieta la pierna, se les desboca el corazón.
Esta gente que enfrenta cada día como un gladiador que pelea con demonios peor que vos, y me imagino que es solo porque quieren desesperadamente vivir. Sostenerse. Amar. Porque no podés estar tan temeroso de perder todo si no amás todo antes, porque tenés que tener una poderosa esperanza de que las cosas van a ser mejores si es que tenés tanto miedo de perdértelas.]
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