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Tal vez -planeo sin planear realmente- me haga un tatuaje en una ciudad de la que no voy a recordar el nombre y donde no entienda el idioma. Son las marcas que deja el viaje.
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Quién va a ser, dónde va a estar mi portaviones. "'¿Quieres ser mi portaaviones? De vez en cuando aterrizaré para llenar el depósito de los sentidos.' Aterriza, hermosa, y despega tan a menudo como quieras; yo, mientras, navego por tus aguas." D. Pennac. La felicidad de los ogros
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Pienso que me iría con lo puesto. Y no porque no me gusta y no sé armar la valija, ni por andar liviana. Es solo que por momentos la distancia me parece irreal, una ilusión, como que puedo dar dos pasos y estar de vuelta en mi cuarto probándome ropa frente a mi espejo.
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¿Es que la distancia no es un concepto relativo, como el tiempo? Lejos de qué, de quién, de cuándo. Si hay un portaaviones para aterrizar la distancia no debería ser un problema.
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Me llevo algunos libros, papeles, lapiceras, mi ropa preferida... pero ¿y las plantas...? ¿Cómo se guarda el verde en una valija? ¿Y el olor a tostadas de la abuela?
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Cuando se vuelve a un lugar conocido, después de un tiempo de no estar, uno redescubre cosas, detalles, que sabía que estaban pero no recordaba ni extrañaba especialmente: el sonido de los pasos de la vecina por el pasillo, el olor de la mañana de domingo, ese café con leche, la voz de un amigo... y uno siente "ah, me acuerdo de esto". ¿Hay una palabra específica para este tipo de reconocimiento?
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Y no es que pienso en volver antes de irme siquiera. Pienso en algunas cosas que los sentidos, el cuerpo, extrañan sin que nos demos cuenta. ¿Será esa la materia que da forma a la nostalgia?
Qué lindo, Natalia.
ResponderEliminarPalabras simples que encierran sentimientos, sensaciones, deseos, ilusiones, esperanza...
Me emocionaste.