Hoy en la heladería, además, atrás mío entró una señora de unos setenta, en batón, y se pidió un cucurucho y se sentó lo más pancha a comer. La hubiera abrazado sino fuera porque me parece una fiesta salir sola a tomar un helado y no quise interrumpirla.
Y digo "tomar helado" aunque puede ser otra cosa, pero qué lindo tener el privilegio y ser capaz de escaparse un ratito de la rutina, sentarse sola/o en un lugar con algo rico, parar un toque y disfrutar, diez, quince minutitos y seguimos. Un recreo, un premio modesto al día.
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