miércoles, 19 de junio de 2013

días de ciudad

El subte, hace unas semanas, viene andando muy mal. Tengo una colección ya de ver desmayados, gruñidos, peleas y así.
Pero hoy pasó algo alucinante: venía andando particularmente mal y estaba repleto. La gente bufaba a niveles más altos de lo permitido socialmente. El subte paraba de golpe en cualquier lado y la gente se amontonaba cada vez más y se quejaba peor. Bajé en Callao. En la puerta de al lado, una chica salía o intentaba entrar, no sé, pero no cabía una alfiler, empujó un poco y quedó parada en el andén, con sus cosas un poco enroscadas (pleno invierno, mucho abrigo todos), se le cayó un libro, y se cerró la puerta del subte... hubo un momento de tensión: todos, a unos pasos, pensamos que el libro había caído a la vía. Pero no, quedó adentro y alguien, en el amontonamiento del vagón, lo levantó, hizo pasamanos y se lo llegaron a dar a la dueña por la ventana justo cuando el subte arrancaba... casi aplaudimos, pero era un poco de llorar de emoción, les digo. Una escena hermosa.

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