miércoles, 3 de abril de 2013

Estar en París




Una semana en París, con amigas.
No creí, en serio, que podía caminar tanto. Anduvimos a pie de un lado a otro. Visitamos los grandes éxitos, aunque el frío y la cantidad extra de turistas por los feriados de Pascua nos mantuvieron un poco a raya.
Y confieso que París me resultó como estar en una gran oficina diplomática. El estilo de la construcción, el trato de la gente, las vidrieras, todo me pareció tan ese estilo amanerado, burocrático casi. Hermoso, sí. Pero creo que no me hubiera extrañado ver a la gente con pelucas empolvadas por la calle.

Algunos mitos que no.
Había escuchado mucho que a los parisinos les fastidiaba que uno no hablara francés y no. Incluso si te escuchan hablar antes, ellos mismos te hablan en inglés.
Hay una cosa perturbadora con los tachos de basura públicos en esta ciudad tan cuidada de su estética: no existen. Cuelgan bolsas. Sí, eso. Bolsas de basura colgando en los postes.
Otra cosa que desentona, pero que es genial: en las plazas hay unas sillas reposeras que se pueden mover libremente. Muchas. Por todos lados. Me imagino los días de sol y calor (mucha imaginación en este momento) que se llenan. Es muy amable poder sentarse para el lado que uno quiere, dónde uno quiere en los parques, con quien quiere. Pero, vamos, tan cuidados, medidos, plantados esos jardines y sillas que se cambian de lugar.
Se puede parafrasear la famosa exclamación: estos galos están majaretas.

Parar en un departamento implica ciertas cosas de vida cotidiana diferentes a estar en un hotel. Vamos al supermercado, cocinamos, sacamos la basura.
Se puede comprar una baguette por un euro en casi cualquier cuadra y uno va con su bolsa de papel y el pan y la sonrisa cliché a más no poder. Para donde se mire es un pequeño cuadro elegante y delicioso.
Está decidido: de grande quiero ser turista.

Está el Sena, están los puentes, están los museos, está la torre.
Todo queda cerca para nuestro paso latinoamericano y cubrimos casi todo el mapa.
Ciudad, pero ciudad europea: clases de urbanismo. Edificios bajos. Presencia de gente: grafitis, intervenciones en la ciudad, que participan con la ciudad. (Me dediqué a la casa fotográfica de unos personajes pixelados hechos con venecitas que decoraban muchas esquinas.) Pero también mucha naturaleza a mano, diferentes clases de plantas, animales. (Podría decir mucho verde pero todavía se nota demasiado el invierno.) Todos los árboles ya tienen las yemas de los brotes. En un par de semanas estalla de color.
Uno cree que no puede andar más, mirar más, y sin embargo, al pasar por el mismo lugar, se ve algo nuevo.
Nota para el futuro: volver en verano.

5 comentarios:

  1. Las bolsas de plástico en la calle, antiestéticas, claro que sí, tienen su razón de ser: las pusieron después de una ola de atentados que hubo a fines de los '90 y en el 2000. Varias de esas bombas explotaron en tachos de basura, entonces el Municipio de París decidió reemplazarlos por bolsas transparentes como medida preventiva.
    Igual leí hace no mucho que hay un proyecto para que de acá a un año se cambien por unas un poco más bonitas, porque a los parisinos no les gustan nada. Y a nosotras tampoco, ja.

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  2. Este es el genio que inventó los invasores del espacio: http://en.wikipedia.org/wiki/Invader_%28artist%29

    Es una re movida urbana, con mapas para encontrarlos y cosas divertidas. Te va a gustar: http://www.space-invaders.com/

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