miércoles, 10 de octubre de 2012

Pasajes


La primera semana fue intensa. En muchos sentidos.
Visitamos las primeras editoriales el lunes pasado en Frankfurt, después viajamos a Colonia y seguimos visitando editoriales hasta el miércoles, que como era feriado hicimos nuestras propias presentaciones. El jueves viajamos a Berlín y seguimos visitando editoriales. Un poco de tiempo libre -bajo la lluvia- en Berlín, y luego de vuelta a Frankfurt, a encarar ya la semana de la feria.

Editoriales.
Oficinas de todos los tamaños y de todas las personalidades. Me llama la atención como, al igual que los catálogos, que las tapas de los libros, que el fondo editorial, las oficinas también pueden identificar a un editor, a una línea. Entrar a cada sala de reunión, recorrer sus lugares de trabajo es tanta aventura como hojear sus catálogos.
Todos nos reciben increíblemente amables y nos dedican mucho tiempo, incluso teniendo tan encima la feria de Frankfurt. Nos cuentan de su editorial, a veces de sus novedades, de su estructura, nos preguntan. Hacemos muchas preguntas y contestan. Todos nos convidan café, galletitas, bebidas.
Varias terrazas que guau. Algunos editores están muy orgullosos de sus terrazas, y no es para menos.
Es un mundo nuevo. Apenas si conocía algunos sellos, claro. Pero ahora, ponerle cara y oficina a los catálogos es otra cosa. Es tan claramente otra cosa. Hay editores detrás de cada catálogo. Parece una obviedad pero no lo es.

Fellows
Además, intensos días de convivencia entre Fellows (hay que leerlo con el tono y la entonación de Niki, la coordinadora del programa, que nos acompañó y guió esta semana por todas las citas y eventos y ciudades. Coordinadora del programa y hada madrina, por supuesto. Tanto encanto y lindura en una sola persona.). Resulta que todos son encantadores y divertidos y generosos, y ahora nos queremos mucho. Cómo es la gente, eh. Se hace querer y después, taza taza. No se puede así. O será que hay que seguir planeando viajes para reencontrarse.

Viajes
Cómo es que siempre en medio de un viaje ya uno empieza a planear otro.

Paseos
Poco paseo. Casi nada de Colonia, salvo por la Catedral y la vista del Rhin. Que andaba escondido... bueno, que quedaba para el otro lado.
Berlín. Ah. Impresionante. Caminamos y caminamos y aún así, esa sensación de ciudad rebosante, que requiere una temporada, una estadía más de local. Llovió. No mucho, pero perseverante, así que terminamos empapadas. Igual, nada parece amedrentarnos. Subimos a una vuelta al mundo para tener mejor vista y también porque a todos nos gusta jugar un poco.
Visité Heidelberg con Manasi este mediodía. Un viaje relámpago. Un problema con los trenes (nunca antes visto en Alemania) hizo que fuera más relámpago todavía. Varias combinaciones de líneas: subimos y bajamos de trenes y andenes todo el día. Y también subimos los 303 escalones hasta el castillo a velocidad récord. Pero qué vista. De cuento, de lámina de calendario.

Hoteles
En Colonia la conexión a internet era paga, pero no andaba. (No la pagamos por supuesto). Esto provocó un paseo de trasnoche casi para conseguir un bar con wifi (que no es fácil parece) para contestar unos correos laborales y saludar a los amigos.
El hotel en Berlín era muy top, de diseño, súper producción. En un barrio muy chulo, como dice Anna S. cuando nos escapamos a hablar español. Internet libre. Aplaudimos en el lobby, fellows adictos a la conexión.
El hotel en Frankfurt, más que un hotel es una residencia para deportistas, en las afueras de la ciudad, al lado del estadio de fútbol. Por eso el primer domingo nos tocó viajar en el tren repleto de hooligans cantando desaforados y volcando cerveza. No nos hacen hacer deporte y supongo que miran con sospecha como bajamos vestidos con botas y tacos al lobby, en vez de con joggins y zapatillas. Pero sí nos cortan internet a la 1 am, sin explicación. Aseguran que anda pero no. En punto, se desconecta todo. De hecho, esto será publicado mañana a la mañana, porque se acaba de cortar.
Esta mañana, casi a las siete (ayer tuvimos cena y salida y trasnochamos, valga decir), sonó la alarma de incendios. Casi todos estamos en el mismo pasillo, así que en pijama, con los tapados, pantuflas, laptops, bajamos. Pero no era nada. "Back to bed", dijo el muchacho -el único simpático- de la recepción, que está temprano. Y eso hicimos. Un ratito más. Hasta el último minuto posible para bajar a tomar el desayuno. Ah, que es hasta las 9, sí. No como en los hoteles "normales" que es hasta las 10. Espero que hoy al menos podamos dormir sin sobresaltos. Sin internet, claro, pero sin sobresaltos.

Idioma
Se me mete el inglés en la cabeza. Todo lo que pienso, lo traduzco automáticamente. Me cuesta escribir acá. Pienso correos que tengo que mandar para el trabajo en inglés. Invento palabras y funcionan. Sin embargo, siento que mi inglés empeora. En el grupo hay muchos angloparlantes como lengua materna y es difícil seguirlos a veces. Es como dibujar o cantar, uno tiene una idea en la cabeza y después lo que sale no se parece. Así con el inglés. En mi cabeza suena mejor.

Feria
Mañana, el primer día.

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