Un conjuro en contra de la vida caparazón es usar las manos. Eso. La piel, el ejercicio de los dedos activa otras partes del cerebro, desenquilosa (si es que existe esa palabra), (con)mueve.
Vengo descubriendo esas cosas últimamente. Mis dedos (me) hablan.
Y capaz empiezo a confiar en el pensamiento/movimiento de las manos, más que en cualquier otra cosa.
(Y capaz empiezo a confiar.)
Otro conjuro que descubrí hace poco: a veces pego saltitos para subir o bajar del cordón. Fundamental.
Las manos, digo: piel con piel, piel con papel, piel con arcilla, piel con madera, piel con pan. Combinaciones posibles. El salto, digo: equilibrio, patinar en el aire, vuelo de cabotaje para sentir los músculos, el peso, ocupar un espacio, ser cuerpo.
(De "Tabaquería", Fernando Pessoa [con leer tres o cuatro cosas en la vida alcanza, seguro])
ResponderEliminarEnciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
Y gozo, en un momento sensitivo y competente,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar enfadado.
Después me echo para atrás en la silla y continuo fumando.
En tanto el Destino me lo conceda continuaré fumando.
(Si me casara con la hija de mi lavandera tal vez fuera feliz).
Visto esto, me levanto de la silla.
Voy a la ventana.
El hombre salió de la Tabaquería (¿metiendo el cambio en el bolsillo del pantalón?).
Ah, lo conozco; es el Estevez sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino el Estevez se volteó y me vio.
Me dijo adiós con un gesto, le grité ¡Adiós oh Estevez! y el universo
Se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la Tabaquería sonrió.
Existe la palabra des(a)nquilosar. El tacto (piel con piel) es uno de los sentidos que más se están perdiendo en la era tecnológica. La gente se toca poco. Y con lo lindo que eso.
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