lunes, 9 de mayo de 2011

Más breves teorías, un experimento, una refutación y algunas confesiones

En las autofotos (que nunca verán la luz) logro salir siempre -SIEMPRE- con la misma expresión torcida. ¿Será que tengo la cara torcida completamente y los espejos me engañan?

He desarrollado una torpeza viajera, o vacacional. Digamos que nadie me conoce por ser especialmente habilidosa con los deportes y eso, pero tampoco soy de esa gente que se le caen las cosas de las manos "como si fueran de manteca", como dicen por ahí. Y para algunas cosas físicas me defiendo incluso bien, siempre que no incluya raquetas, atajar o patear pelotas, ustedes saben. Pero últimamente me tropiezo con una facilidad asombrosa (además de los dos raspones del brazo que ya tuve la caradurez de contar). Por ejemplo acá, en Granada, hay cada tanto unos postecitos, que separan la vereda de la calle, digamos. Son pequeñas columnas, anchas, de unos cincuenta centímetros de alto, ¿aproximadamente? Bueno, en realidad es fácil saber cuánto miden con exactitud porque me choqué tres. No una, tres. Y tengo los rayones en las piernas, así que podría medir la altura. En mi defensa (y habrán visto mis fotos en general), en Granada hay mucho para ver para arriba, así que no anduve mirando el piso exactamente...

Está lleno de gitanos por esta zona. Y yo estoy leyendo dos novelas en este momento, sin elegirlas particularmente por el viaje: una de una autora escocesa de los años '50, y otra de un autor contemporáneo inglés. ¡En las dos hay gitanos! ¿Cómo puede ser? Y hablando de coincidencias extrañas, vengo a Granada ¡y es la feria del libro justo esta semana! Queda acá nomás. Como que el Universo siga mandando estas señales, también va a tener que colaborar con el pago por exceso de equipaje.

Noto que no soy quisquillosa con los baños. Casi que puedo ir con tranquilidad a cualquier baño. Pero me fastidia enormemente cuando noto que la punta del papel higiénico (sí, cualquier baño, pero con papel, claro, así es fácil, dirán, y tienen razón.) está manoseada por quien lo usó antes. Cuando la punta del papel está estrujada porque alguien lo sostuvo con una mano para cortarlo, corto ese pedacito y no lo uso. Yo al papel, como ven, le tengo respeto en todas sus formas. Y sí, cada cual con sus fobias, claro.

Ayer además había una procesión. Sacaban a pasear a la virgen de la Aurora, o algo así. Pintoresco todo. Pero confieso mi total y desmedida admiración por las bandas con instrumentos de metal y tambores. Me produce cosas, lo digo así, sin muchas vueltas ni demasiadas explicaciones. Los tuve que seguir unas calles. También por una parte (la procesión era larguisisíma) había unas chicas que hacían una especie de canto: una gritaba a viva voz: ¡Aurora! y las otras contestaban con un cantito, y todo el mundo alrededor también: "¡guapa, guapa, guapa!" y al final todos agregaban: "y también bonita". ¿No es muy tierno que a la virgen le digan guapa y bonita?

Experimento: ¿cuánto tiempo se puede vivir a bocadillo de jamón ibérico y queso manchego, en pan con aceite de oliva y tomate, bebiendo agua tónica con limón?
Bueno, a veces varía la bebida. Puede ser caña o copa de vino también.
Solo se rompe esta dieta con calamares a la plancha. O chipirones fritos.

Refutación: está visto que lo de gastar dinero se me da bien en cualquier clima. Van dos días corridos de sol radiante  (gracias, Granada, 32°, ahora sí hablamos de tiempo agradable) y sí, sigo gastando plata. No le puedo echar la culpa al día de lluvia. Vestidos: anden con cuidado porque me compré la pollera más linda del mundo. Ahora no sé qué estrenar primero. Vayan preparando fiestas por ahí.

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