domingo, 1 de mayo de 2011

La aceleración de los días

Cuando se acerca el final de los viajes, o al menos de una parte del viaje, el tiempo empieza a ir más rápido y ya no entra todo lo planeado. Las ganas de hacer cosas se multiplican y los días que quedan se acortan.

Me acostumbré rápido a la rutina del bosquecito y la lectura en la biblioteca, y los horarios de los buses y los pajaros a la mañana y el verde a través de la ventana. Se puso tan verde el bosque en esas semanas que estuve, y tal lleno de flores, en todos los jardines, en la calle, en los árboles. Supongo que es para contrarrestar el blanco del invierno, pero hay flores maravillosas y perfumadas por todos lados. Y el verde nuevo de los árboles y de las plantas se te queda pegado en los ojos, es una energía difícil de entender para los que vivimos entre el cemento de una ciudad que no tiene nieve que contraatacar.

Visité algunos palacios, museos de un lujo y de una vida totalmente impensable: la antecámara de la antecámara y así. Gigantescas habitaciones suntuosas para la política y la vida pública y pequeños cuartos con lujos privados. O también palacios enteros y jardines increíbles para unos pocos días al año. Una vida que ya no existe y sin embargo, después, también, ahí casi a un paso, una boda real en vivo y en directo.

Cenas y brindis, saludos y generosidad, naturaleza y ciudad. El presente y la experiencia toman densidad. Casa queda más cerca en el tiempo, pero más lejos en los recuerdos. Casa es -debería ser también- el momento en el que estamos, lo natural del día de hoy. Lo que entra por los sentidos toma densidad.
Y me acuerdo de Vonnegut que dice: 'And I urge you to please notice when you are happy, and exclaim or murmur or think at some point, "If this isn't nice, I don't know what is".' Y todo el tiempo suena en mi cabeza: "If this isn't nice, I don't know what is".
 
Soñé muchas cosas durante las noches en el bosquecito. Soñé con gente querida y con la casa de mi infancia, y dormir era un poco como ir de visita, ver a los amigos y después volver y despertarme en medio del verde y el canto de los pájaros y el perfume intenso de las lilas y las glicinas. 
 
Pasaron cosas terribles también, no se crean. Hubo una araña de visita en mi cuarto, que mandé a vivir a la cocina y ahí nos saludamos los días siguientes. Me raspé el brazo en el mismo lugar dos veces (sí, sin comentarios): con una reja primero y después cuando me caí al piso en un caminito de grava (dije sin comentarios). Se me acabó la yerba (pero por suerte los enanos del bosque no saben de chistes porteños). Y lo peor de todo: finalmente tuve que hacer las valijas.


Me despedí del bosquecito el sábado de mañana temprano con un sol hermoso. Atravesé la ciudad una última vez en tren y me tomé un avión. Dos horas después llegué a otro mundo.

6 comentarios:

  1. ¿Puede ser que la escritora le está haciendo frente con el talento a la editora?
    ¿Cuando publicamos un Natalia Mendez? Es un placer leer esto!
    Escrito excelente Natu!!!

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  2. Nat, puedo comprender el vértigo del viaje, la añoranza del lugar que uno termina casi haciendo propio, puedo aceptar convivir con una araña, y hasta rasparme dos veces en un mismo lugar pero... ¿SIN MATE? Mujer, decíme a dónde te envío un kilo de yerba o volvete ¿Qué sentido tiene recorrer un bosque de ensueño sin un mate bajo el brazo?
    Hasta que vuelvas soñaré con un mate caliente, por ahí pasás a visitarme y así sobrellevás la abstinencia.

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  3. Gracias, Coni, me hacés sonrojar! :-)
    Y Leo, no te preocupes, fueron solo unos poquitos días. Ahora estoy en Barcelona, en lo de un amigo argentino que no toma mate pero tiene yerba para las visitas!

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  4. Coincido con lo que dice Coni.
    Te lo dije en otra oportunidad, es lindo leerte, cuando alguien puede transportar con lo que escribe, es probable que haya llegado a otro nivel.
    Y los recuerdos, que se hacen de todos los que los leen... gracias por prestarme un poquito.
    Y el mate, el mate se puede extrañar unos días! así, como el bosquecito.

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  5. Hace exactamente ¡diez años! estaba volviendo de mi primer viaje a Europa, que terminó en Barcelona too. "¿Qué extraña magia envuele a los días cuando son los últimos? ¿De donde viene esa fuerza que intensifica lo simple y vuelve inolvidable lo intrascendente?"
    (Diario de viaje.Barcelona, 2001)
    Ahí viaja de vuelta para allá mi autocita, que al final volvió conmigo en forma de Diario de viaje.
    Un abrazo,
    Marti

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  6. Gracias, Mirita!
    Y Marti, muy buena su autocita, gracias por compartirla. Es así, tal cual.

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